Curiosidades SEGA Master System: Anmitsu Hime y Mad Snail!

Hoy os voy a seguir hablando de mis juegos preferidos de todos los tiempos. Esta vez me decanto por uno de mis sistemas preferidos: La SEGA Mark III / SEGA Master System, un cachivache de 8 bits que la compañía nipona lanzó en 1985 para intentar ganarle un poco de terreno a la todopoderosa Nintendo Famicom (NES, para los amigos). Muy superior en cuanto a hardware, y con unas capacidades sonoras y gráficas muy parecidas a las de un MSX-2, no consiguió robarle el trozo del pastel a la compañía del fontanero mariquita, pero nos dejó un buen puñado de buenos juegos con estilo propio.

A finales de los 80, antes de que el erizo azul malaje hiciese aparición en la escena para hacerle la cama a todo el mundo, la mascota de SEGA era el orejudo patillón Alex Kidd, príncipe de Radaxian. En 1986, SEGA lanzó para su consola banderola de entonces uno de los mejores juegos que ha podido producir nunca: Alex Kidd in Miracle World, tomando muchas ideas y tratando una competencia directa con el genial Super Mario Bros que sus adversarios consolegas habían lanzando el año anterior. No es exactamente lo mismo. Vale, se salta y se corre, pero Alex Kidd es un juego mucho más complejo, con sus objetos, sus vehículos, y muchísimo más variado en desarrollo gracias a las superiores capacidades del hardware donde se ejecutaba.

Hoy os quiero hablar de la tercera entrega de la serie: Alex Kidd in High-Tech World. Y, de regalo, os hablo un poquito del caracolito.

Alex Kidd in High-Tech World

Muchos conoceréis la historia de Super Mario Bros 2, Yume Kōjō: Doki Doki Panic y el Lost Levels. Para los que no, os la resumo: Tras sacar Super Mario Bros, Nintendo preparó su secuela Super Mario Bros 2 que lanzó en Japón en 1986. En realidad los juegos son muy parecidos en cuanto a desarrollo, si bien SMB2 tiene gráficos mejorados y un montón de fases nuevas. La cosa es que los japos pensaron que SMB2 iba a ser demasiado complicado para los mindundis americanos (min-dundees, que se dice allí), así que, ni cortos ni perezosos, cogieron el juego Yume Kōjō: Doki Doki Panic que tenían para su add-on para la Famicom que leía diskettes, le cambiaron los sprites, y lo sacaron en USA y Europa como Super Mario Bros II. Así de sencillo. Por eso el SMB2 que todos conocemos es tan rarete y poco tiene que ver con el estilo y la dinámica de juego de SMB y SMB3. Algún tiempo después, el SMB2 original japonés fue publicado en USA y Europa como Super Mario Bros: The Lost Levels. Y todo el mundo contento.

¿Por qué os cuento esto? Pues porque, no contentos con imitar a Nintendo sacando un plataformero y haciendo que su protagonista se convirtiera en mascota de la casa, también lo imitaron en eso de sacarse secuelas de la manga.

En Europa, Alex Kidd in Miracle World y su secuela, la adaptación de recreativa Alex Kidd in Lost Stars habían tenido un éxito rotundo. Así que los genios nipones decidieron dar más chicha a los fans y vender un poco más por toda la jeta, así que se pillaron uno de estos juegos japos que ni de coña iban a vender en Europa o USA, le cambiaron los sprites, y se fabricaron de una forma un poco trampuchera una secuela más. Y a engordar las cuentas bancarias.

En Japón, como en cualquier otro sitio que se precie, es muy habitual hacer adaptaciones al videojuego de series o personajes famosos. Eso ocurrió con Anmitsu Hime, una serie de dibujos animados y comics muy famosa por aquellos tiempos y creada por Shosuke Kurakane, muy conocido en su casa a la hora de cenar. Pero claro, un juego de Anmitsu Hime será un éxito en Japón, pero no se comerá un colín en el resto del mundo. Pos ea, ya está, quitamos a Anmitsu y ponemos a Alex. Y todo resuelto.

Los cambios fueron muy leves: se tradujo todo el texto del juego (una videoaventura gráfica), se cambió el argumento (en este, Alex tiene que conseguir un mapa para llegar a la ciudad, donde han abierto unos nuevos recreativos), y se sustituyeron todos los personajes del juego original por personajes de la serie de Alex Kidd. Y listo.

El problema es que este juego, por ser un poco postizo, no puede ser considerado canónico en la historia de Alex Kidd. Por ejemplo, en la primera habitación que nos metemos si vamos a la izquierda desde el punto de partida encontraremos a los padres de Alex Kidd. Supuestamente, el padre de Alex estaba perdido y no aparece hasta el final del siguiente juego: Alex Kidd in Enchanted Castle (para SEGA Genesis/Megadrive). Además, no aparecen muchos de los personajes habituales de la saga, como Engel Kidd, el hermano de Alex, o los henchmen que jugaban Jan-Ken-Po en el juego original.

El juego, aunque se parezca tan poco (por motivos obvios) a todo el resto de la serie, no está nada mal. Se empieza en el castillo de Alex donde tenemos que conseguir los ocho trozos del mapa. Para ello hay que resolver puzzles sencillos, emplear algunos objetos y hablar con mucha gente. Una vez conseguido el mapa, las puertas del castillo están cerradas y hay que currarse otra forma de salir. Por último, una bandada de ninjas asesinos nos atacarán en nuestro camino a los recreativos. Todo esto hay que hacerlo mirando muy bien el reloj, puesto que puede que tardemos demasiado y nos cierren… ¡nuestro gozo en un pozo!

El juego está repleto de auto-referencias (como uno de tus colegas, que te enseña el último single de los Fantasy Zone, que no es más que la música de título de ese juego) y es bastante entretenido. Los gráficos están muy en la linea de SEGA de la época, muy coloridos y detallados. Continuamente nos acompaña una agradable música muy acorde con la naturaleza no frenética del juego que te ayuda a «meterte» en el argumento. Muy recomendable. Bájalos de aquí. Puedes jugar con el emulador Dega, mi preferido.

¡¡¡El Caracolito!!!

Nuestro amigo el caracolito es también otro viejo conocido. Como huevo de pascua en la ROM de la SEGA Mark III y la Master System original (en la Master System 2 posterior ya no venía), grabado en la BIOS de la máquina, nos venía un sencillo juego en el que, conduciendo a un ínfimo caracolito, teníamos que atravesar un laberinto antes de que se acabase el tiempo. Parece una chorrez transalpina, pero resultaba bastante divertido.

El juego se ejecutaba de la siguiente forma: al encender la consola sin cartucho, se ejecutaba el código de la BIOS que no era más que el logo de SEGA, una música, y un efecto 3D tipo Space Harrier. En esa pantalla, no teníamos más que conectar el mando y pulsar ARRIBA y los dos botones. Voie la, el caracolito.

Si queréis verlo en un emu, no tenéis más que buscaros la BIOS original de la SEGA Mark III o de la Master System I, cargarla como si fuera una ROM normal y corriente, y pulsar la mencionada combinación. ¡Y a disfrutar!

Adieu. Un saludo a mi colega Ato, que me sugirió el tema para el artículo de hoy. ¡Gracias!